La marca austriaca de motocicletas, conocida por su distintivo color naranja, enfrenta un momento crucial en su historia. En las próximas horas se definirá el rumbo que tomará la empresa a través de una votación de acreedores. Dos posibles escenarios emergen: una inyección de capital liderada por gigantes asiáticos o una posible adquisición por parte de BMW Motorrad. Ambos caminos tienen implicaciones significativas para la continuidad de la compañía y sus empleados.
Entre los dos posibles desenlaces, uno implica un rescate financiero con el apoyo de inversores internacionales. CFMoto y Bajaj Auto, junto con otros veinte inversores, podrían proporcionar cerca de 900 millones de euros para cubrir parte de la deuda de la compañía. Este plan permitiría a KTM reanudar operaciones en su planta principal, que ha estado cerrada debido a problemas económicos y acumulación de stock.
El grupo Pierer Industries AG ha presentado un plan de reestructuración aprobado por el tribunal regional de Wels. La inyección de capital propuesta por CFMoto y Bajaj Auto, entre otros, busca revitalizar a KTM sin afectar significativamente su estructura laboral actual. Estos fondos serían suficientes para comenzar a abordar la deuda de más de 2 mil millones de euros, permitiendo así la reactivación gradual de las operaciones en Mattighofen. Además, este escenario podría preservar los puestos de trabajo existentes y mantener la producción local, lo cual es crucial para la economía regional.
Otra opción en consideración es la compra de KTM por parte de BMW Motorrad. Si esta oferta prospera, implicaría cambios drásticos en la estructura de la empresa. Se reporta que BMW planea trasladar todas las operaciones de investigación y desarrollo a su planta en Múnich, mientras que la producción se movería a India. Esto tendría un impacto severo en los 4,500 empleados actuales de KTM en Austria.
El director general de BMW Motorrad, Markus Flasch, parece estar detrás de este movimiento estratégico. Según fuentes cercanas a las negociaciones, este cambio resultaría en la pérdida de todos los puestos de trabajo en Austria, convirtiendo Mattighofen en una zona industrial abandonada. Además, afectaría a numerosos proveedores y minoristas locales que dependen de KTM. Aunque este escenario ofrece una solución a corto plazo para la crisis financiera de KTM, las consecuencias sociales y económicas para la región serían profundas y duraderas.