Una empresa familiar dedicada a brindar servicios para graduaciones enfrenta graves problemas tras la adquisición de un vehículo de procedencia china. Edgar Hernández, dueño de esta pequeña compañía, ha lidiado con numerosas dificultades que ponen en riesgo su patrimonio y su capacidad productiva. Este calvario, que comenzó hace casi dos años, se originó por la compra de una camioneta con el propósito de mejorar sus operaciones. Sin embargo, en lugar de fortalecer su negocio, el vehículo se convirtió en una fuente constante de problemas y preocupaciones. A pesar de los esfuerzos continuos para obtener una solución, tanto la agencia como el fabricante han fallado en proporcionar una respuesta efectiva. Esta situación ha llevado a Edgar a buscar ayuda legal y mediática para hacer justicia.
Hace veinticinco años, Edgar y su familia iniciaron una tradición que ha acompañado a miles de estudiantes en uno de los momentos más importantes de sus vidas: la graduación. Su empresa ofrece togas, birretes y fotografías para estas ceremonias, siendo pioneros en este servicio en el país. Con el deseo de mejorar su oferta, decidieron invertir en una camioneta nueva de marca china en noviembre de 2022. Sin embargo, siete meses después, el vehículo comenzó a presentar fallas graves, lo que llevó a Edgar a entregarlo para reparación en agosto de 2023.
A partir de ese momento, comenzó un ciclo interminable de gestiones infructuosas. Durante más de 120 días, Edgar realizó múltiples intentos para solucionar el problema, incluyendo mensajes, llamadas y visitas al taller y a la armadora. En diciembre de 2023, ante la falta de respuesta, presentó una queja ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Aunque la agencia devolvió el vehículo en febrero de 2024, asegurando que estaba reparado, durante un viaje a Acapulco, Guerrero, la camioneta se detuvo varias veces en medio de la carretera, poniendo en peligro la seguridad de Edgar y sus acompañantes.
La situación empeoró cuando Profeco citó a tres audiencias, pero la contraparte nunca mostró interés ni asistió. Esto llevó a Edgar a tomar medidas legales, presentando una demanda en el Juzgado 44 Civil de Proceso Oral de la Ciudad de México. Tras más de 540 días de lucha, Edgar y su familia han tenido que enfrentar gastos extraordinarios, como el alquiler de otra camioneta para continuar trabajando. Estos costos adicionales han descapitalizado la empresa y puesto en riesgo su existencia. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, Edgar sigue firme en su compromiso de servir a la comunidad y celebrar los logros de los estudiantes.
Esta experiencia ha sido profundamente desgastante para Edgar y su familia. Han sacrificado su alimentación, descanso y tiempo en familia para adquirir la camioneta, lo que ha generado estrés, impotencia y angustia. Aunque la lucha ha sido ardua, Edgar mantiene intacta su pasión por su trabajo y sigue buscando justicia para evitar que otros empresarios tengan que pasar por situaciones similares. Su historia es un testimonio de resiliencia y determinación frente a la adversidad.